Por fin, Kawasaki lo ha vuelto a hacer. Dejad que os cuente los
antecedentes. Tiempo atrás, cuando Ducati presentó en plena crisis
económica mundial – y aquí podéis poner cuantos adjetivos terribles a lo
Piqueras queráis – la Ducati 1199 Panigale S
subrayé el hecho de que sólo fuera la pequeña fabrica italiana la que
de verdad invirtiese en desarrollo, en contraposición a la estrategia
general japonesa. En general porque había una excepción. De ellos
únicamente un fabricante apostaba por la innovación: Kawasaki.
El simple gesto del esfuerzo o la fuerte apuesta por la competición
personificadas en Tom Sykes y Joan Lascorz, ya les diferenciaba mucho de
otros fabricantes que se conformaban con poner tres pegatinas nuevas o
cambiar, parcialmente, la línea de los carenados. Pues bien, si en 2011
la materialización de todo ello era su Kawasaki ZX-10R en 2012 el
testigo lo recoge su hermana más pequeña, la Kawasaki Ninja 250R del 2013.